Límite de Pista
El negocio de tus datos biométricos: huellas, rostro y voz: cómo se almacenan, quién los compra y qué pasa si se filtran
Desbloquear un celular con la cara, validar una identidad con la voz o fichar con una huella digital se volvió cotidiano. Detrás de esa comodidad se esconde una industria global que recolecta, almacena y comercializa datos biométricos, una de las formas de información más sensibles y difíciles de proteger. Cuando se filtran, no hay forma de “cambiarlos”.
Qué son los datos biométricos y por qué valen tanto
Los datos biométricos son características físicas o conductuales únicas: huellas dactilares, reconocimiento facial, patrones de voz, iris, forma de caminar o incluso ritmo cardíaco. A diferencia de una contraseña, identifican directamente a una persona.
Su valor económico es alto porque permiten verificar identidades con rapidez y bajo margen de error, algo clave para bancos, fintech, plataformas digitales, aeropuertos, fuerzas de seguridad y empresas de vigilancia. Según estimaciones del sector, el mercado global de biometría mueve decenas de miles de millones de dólares y crece a tasas de dos dígitos anuales.
Cómo se almacenan y procesan
En teoría, la mayoría de los sistemas no guarda la huella o el rostro como una imagen cruda, sino como plantillas biométricas: representaciones matemáticas generadas por algoritmos. Estas plantillas se almacenan en servidores corporativos, nubes privadas o bases de datos estatales.
El problema es que siguen siendo datos personales altamente sensibles. Si una base es vulnerada, esas plantillas pueden reutilizarse para suplantación de identidad o vigilancia no autorizada. Además, muchas empresas tercerizan el almacenamiento, ampliando la cadena de riesgo.
Quién compra y usa estos datos
Los principales usuarios son empresas de tecnología, bancos, aseguradoras, gobiernos y fuerzas de seguridad. También crece su uso en comercios, estadios, transporte y recursos humanos. En algunos casos, los datos se usan para seguridad; en otros, para marketing, análisis de comportamiento o control interno.
El límite entre verificación y vigilancia es difuso. Sistemas de reconocimiento facial, por ejemplo, permiten identificar personas en espacios públicos sin su conocimiento explícito, lo que generó fuertes críticas de organizaciones de derechos civiles.
Qué pasa cuando se filtran
Una filtración biométrica es especialmente grave. No se puede cambiar una cara ni una huella como se cambia una contraseña. Casos documentados muestran bases con millones de registros expuestos por malas configuraciones o ciberataques.
Las consecuencias incluyen fraude, suplantación de identidad y seguimiento indebido. Además, la reutilización cruzada de datos entre plataformas aumenta el impacto: una sola filtración puede afectar múltiples sistemas.
Un marco legal que llega tarde
Regulaciones como el GDPR europeo o leyes de protección de datos en América Latina reconocen la biometría como dato sensible, pero no siempre contemplan su uso masivo y comercial. La falta de auditorías independientes y sanciones efectivas deja un vacío.
El desafío es claro: la biometría ofrece seguridad, pero también concentra poder. Sin reglas estrictas, transparencia y control, el negocio de los datos biométricos puede convertir la identidad humana en una mercancía difícil de proteger.
