Límite de Pista
Tecnología: ¿Nos están escuchando los dispositivos inteligentes del hogar?
Asistentes virtuales, televisores, cámaras y electrodomésticos conectados prometen comodidad, pero también plantean dudas sobre la privacidad. ¿Hasta qué punto los dispositivos del hogar inteligente oyen más de lo que deberían?

Encender las luces con la voz, programar el café desde el celular o preguntarle al parlante inteligente por el clima del día ya no parecen escenas futuristas. Los dispositivos inteligentes del hogar se han vuelto cada vez más comunes y asequibles, transformando la manera en que las personas interactúan con su entorno doméstico. Sin embargo, junto con sus beneficios, estos aparatos traen una pregunta que preocupa a muchos usuarios: ¿nos están escuchando todo el tiempo?
La mayoría de estos dispositivos —como Alexa, Google Assistant, Siri, entre otros— están diseñados para activarse al escuchar una palabra clave o “wake word”, como “Hey Google” o “Alexa”. En teoría, solo a partir de ese momento comienzan a grabar o procesar lo que decimos. Pero varios incidentes recientes han puesto en duda si ese límite se respeta de forma estricta.
Micrófonos activos y privacidad pasiva
Expertos en ciberseguridad advierten que los micrófonos de estos dispositivos están técnicamente siempre activos, a la espera de su palabra clave. Y aunque no deberían grabar ni enviar datos sin activación explícita, algunos estudios han demostrado que errores en el reconocimiento de voz pueden hacer que los dispositivos se activen sin que el usuario lo note.
En 2019, una investigación de Bloomberg reveló que empleados contratados por Amazon escuchaban grabaciones de usuarios para mejorar el sistema de reconocimiento de voz de Alexa. Entre esas grabaciones había conversaciones privadas, discusiones familiares e incluso situaciones comprometedoras, captadas por error. Amazon respondió que esos audios se usaban con fines de entrenamiento y que eran una muestra muy pequeña, pero el hecho generó preocupación global.
¿Quién controla nuestros datos?
El problema no es solo que los dispositivos escuchen, sino qué hacen con esa información. Muchas compañías recopilan datos de voz, comportamiento y preferencias para mejorar sus servicios o personalizar publicidad. Aunque los usuarios suelen aceptar estas condiciones al configurar el dispositivo, la letra chica de las políticas de privacidad rara vez se lee con atención.
Además, la mayoría de las grabaciones quedan almacenadas en la nube, no en el dispositivo, lo que abre otra puerta a filtraciones, hackeos o accesos indebidos. Algunas plataformas permiten revisar y borrar estos datos, pero el proceso no siempre es intuitivo, y muchos usuarios ni siquiera saben que tienen esa opción.
Medidas de protección al alcance del usuario
Frente a este escenario, hay formas de usar estos dispositivos sin renunciar del todo a la privacidad. Algunas recomendaciones de especialistas incluyen:
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Revisar los ajustes de privacidad y desactivar el almacenamiento automático de grabaciones.
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Silenciar los micrófonos cuando no se usen los dispositivos.
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Evitar colocar asistentes virtuales en dormitorios o espacios sensibles.
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Consultar periódicamente el historial de comandos y grabaciones desde las apps vinculadas.
¿Conveniencia o vigilancia voluntaria?
La comodidad que ofrecen los dispositivos inteligentes es innegable. Sin embargo, el precio oculto puede ser una cesión gradual de nuestra intimidad. La mayoría de las veces, no hay una intención maliciosa detrás, pero la falta de transparencia en cómo se recolectan y utilizan los datos deja una sensación de vigilancia difusa.
La pregunta no es solo si nos escuchan, sino si hemos perdido el control de quién escucha, cuándo y para qué. En un mundo cada vez más conectado, la privacidad ya no depende solo de lo que decimos, sino también de quién está siempre escuchando, en silencio, en la repisa de nuestra sala.